Argentina es un país presidencialista y, por lo tanto, una gran parte del análisis de la política se hace a partir de decisiones y dichos del presidente. Eso siempre ha sido así y, ahora, con la sorpresiva victoria de Javier Milei, eso se ha visto acentuado. 

El tema es que en un país se requiere que muchas cosas funcionen bien para que todo mejore. Es decir, hace falta que las instancias, que determinan políticas y conductas, sean transparentes y eficientes. Ahí hay un gran problema porque muchas organizaciones, que se supone representan a sectores de la sociedad, dejan mucho que desear en términos de transparencia y eficiencia

Además, son sectores que suelen ser pasivos cuando gobierna el PJ y opositores (y hasta golpistas) cuando gobierna alguien que no proviene de ese partido. Los padecieron gobiernos como el de Alfonsín, De la Rúa, Macri y ahora Milei. Solo basta repasar algunas actitudes de estos sectores para entender que, si no se realiza un saneamiento profundo, estos grupos continuarán siendo desestabilizadores por el solo hecho de necesitar un gobierno afín para seguir obteniendo prebendas, que no son otra cosa que transferencias directas, que, por medio de impuestos, van del bolsillo de los trabajadores directo al bolsillo de distintos burócratas corruptos.

El caso más notorio ha sido siempre el del sindicalismo: carcamanes que se han apropiado de instituciones sindicales que representan tanto a trabajadores empobrecidos como a dirigentes millonarios. La mayoría de esos sindicalistas llevan entre 30 y 50 años en el poder. Son los impresentables que ya le hicieron el primer paro a Milei y que durante la campaña electoral apoyaban fuertemente a Massa. Claro estaba que apoyaban al candidato que les aseguraría los negocios. No tengo dudas que son la pata de desestabilización del PJ.

Tratarán de desgastar al gobierno con paros y trabajarán para quitar todo aquello de las leyes que la administración actual necesita y que los perjudica directamente. Ya lo han hecho con la reforma laboral de la Ley Bases, a la que le han quitado todo lo que molestaba a la CGT con la ayuda de los peronistas y algunos “independientes” como Pichetto. 

La pinza o presión que suelen ejercer se ve reflejada en paros y caos en las calles y en tratar de provocar derrotas legislativas. Se lo hicieron a Alfonsín, con los 13 paros generales decretados por un impresentable llamado Saúl Ubaldini. También se lo hicieron a De la Rúa mediante paros e inventos del PJ en el Congreso y con el único fin de parar la reforma gremial. A Macri le hicieron paros y atacaron un proyecto legislativo que convenía a los jubilados arrojando al Congreso 17 toneladas de piedras.

Son parte de un poder rancio que utiliza el aparato y el dinero para apoyar a los gobernantes que les garantizan los negocios y desestabilizar a quienes quieren cortárselos. Son, lisa y llanamente, dinosaurios que se niegan a desaparecer. Son los que no le hicieron ningún paro al peor presidente de la historia (Alberto Fernández) y los que ya le hicieron el primero a MIlei. Defienden al peronismo que generó que en la Argentina se hayan quintuplicado las villas en los últimos años y que siete de cada 10 niños y adolescentes se encuentren bajo la línea de pobreza.

Estos y otros datos, publicados en Noticias Argentinas, provienen de distintos organismos y fueron investigados antes de la asunción de Milei. Los peronistas te quiebran una pierna y luego te aseguran que, cuando ellos gobiernen, te pondrán un yeso y quieren hacerte creer que la culpa de que tu pierna esté mal es del gobernante que no pertenece al PJ. Dinosaurios rancios y desvergonzados. Es hora de empezar a tomar medidas fuertes contra la extorsión y quitarle poder al sindicalismo argentino, porque hacerlo es defender a los trabajadores.

Esas conductas se ven en distintas representaciones ciudadanas. Las conducciones estudiantiles de las universidades hicieron una manifestación contra Milei cuando el que había perjudicado presupuestariamente a las universidades había sido Massa. No hay dudas de que gente como Yacobitti y muchos dirigentes universitarios hubiesen preferido que Massa ganase las elecciones pese a haberles congelado el presupuesto. Caso parecido al sindicalismo: los dirigentes que manejan instituciones y sobre los que caen sospechas de corrupción prefieren un gobernante no controlador por sobre el que los quiere auditar.

Los empresarios cartelizados y prebendarios también están inquietos y se sumarán a los desestabilizadores si ven que sus negocios peligran.

La degradación es notable en casi todos los ámbitos, pero sobre todo en los organismos de derechos humanos, que han sido cooptados y corrompidos por el kirchnerismo. Llaman “presidente fascista” a Milei, olvidando que durante el kirchnerismo dilapidaron el prestigio que tenían con casos de corrupción como “Sueños compartidos”, donde se robó y se despilfarró dinero público. La decadencia de esta gente se nota en todos los gestos. Estela de Carlotto firmó una carta de apoyo a la candidatura de Lijo a la Corte Suprema.

Esa candidatura es, quizás, el peor error de Milei hasta ahora. Lijo es la casta y solo lo apoya la casta. Los que se oponen a esa candidatura son los que apoyarán al gobierno cuando sobrevengan los problemas. Los que apoyan esa candidatura son los que traicionarán a Milei cuando las papas quemen. Es de manual.

Es muy importante que la actual administración tenga las herramientas legislativas que presentó en el Congreso. Algunos de los sectores descriptos en este artículo no toleran el gobierno de Milei y lo consideran un cuerpo extraño que se entromete en negocios del poder de gran calado.

Es menester estar muy atentos porque, ante cualquier traspié del gobierno, serán traicionados por algunos de estos sectores. Lo han hecho siempre. La historia enseña.